Apocalipsis nuclear 

 

La obstinación de la especie humana en su propia destrucción 

       

                       

 

 

Apocalipsis nuclear.

La obstinación de la especie humana en su propia destrucción

 

   “El riesgo de que el conflicto de Ucrania sea el desencadenante de una Tercera Guerra Mundial es real. El peligro es serio y real y aunque la inadmisibilidad de una guerra nuclear es la posición de principios de Moscú, el peligro de tal conflicto no debe subestimarse”.

   Así se pronunciaba el lunes 26 de abril el ministro de Asuntos Exteriores ruso, Sergei Lavrov, en una entrevista con el programa Big Game en Channel One, reproducida por varias agencias rusas. Unas declaraciones que ponen de actualidad las reflexiones del filósofo alemán Karl Jaspers sobre el desarrollo de la bomba atómica que manifestaba en una conferencia pronunciada en 1956 y que ampliaba y fundamentaba dos años más tarde en la edición de su libro “La bomba atómica y el futuro de la humanidad”.

   Ante el nuevo orden mundial que iba surgiendo con los avances del armamento nuclear, se planteaba Jaspers el dilema al que debe enfrentarse la humanidad: replantearse la innovación de todas las estructuras que conforman su conciencia y dirigen sus acciones o, dar crédito y aceptar irremediablemente la posibilidad real de su total desaparición física.

    Con la invasión de Ucrania, sin consideración alguna por el sufrimiento y muerte de la población civil perpetrada por el ejército de la Rusia de Putin y  secundada por incesantes bombardeos de sus complejos estratégicos y de sus principales ciudades, toman cuerpo, y se reproducen hechos similares a los que provocaron el inicio de las dos guerras mundiales del pasado siglo XX.

   El detonante que desencadenó la primera Guerra Mundial se produjo el 28 de junio de 1914 en Sarajevo con el asesinato del archiduque Francisco Fernando de Austria, lo que provocó una crisis diplomática con la actuación de Austria-Hungría amenazando al Reino de Serbia e invocando las distintas alianzas internacionales, hechos que produjeron la entrada en guerra de todas las grandes potencias europeas y la extensión del conflicto bélico a otras muchas áreas geográficas.

   La Segunda Guerra Mundial dio comienzo con la invasión de Polonia por parte de Alemania y la ocupación por Rusia de los vecinos países bálticos. El resultado fue que, al poco tiempo, la guerra afectaba a casi toda Europa para, finalmente, extenderse a nivel mundial. La ambición expansionista de un estado, tal como sucede ahora con Rusia, desencadenó una guerra de consecuencias ya conocidas.

   Así, nos encontramos ante unos hechos muy similares a los que desencadenaron la Segunda Guerra Mundial. Una potencia como Rusia invade por la fuerza de unas atroces acciones de guerra a su vecina Ucrania. Por el momento, el círculo de países afines al régimen ruso se mantiene expectante y los países occidentales se abstienen de participar directamente en el conflicto bélico, aunque si lo están haciendo indirectamente facilitando armamento y ayuda a una de las partes, Ucrania, y bloqueando económicamente a la potencia invasora, Rusia.

   Si consideramos los antecedentes históricos, todo apunta a que la invasión de Ucrania por parte de Rusia pueda ser el detonante de lo que llegaría a ser la Tercera Guerra Mundial. Posibilidad, ésta, que nos debería hacer reflexionar sobre las nefastas consecuencias que esto conllevaría. No pensemos que los efectos de una nueva guerra a escala mundial serían similares a los que produjo la Segunda Guerra Mundial. Si la guerra provocada por Rusia al invadir Ucrania tomara una dimensión mundial, situación que no se puede descartar y que cada día parece más real, traería consigo un enfrentamiento bélico de consecuencias incalculables, ya no por la guerra en sí, sino por el potencial destructivo del armamento nuclear que podría entrar en juego, al verse enfrentados los dos bloques que lo acaparan y que, mutuamente, se amenazan con llegar a usarlo, aun a riesgo de la, más que probable, desaparición física de la humanidad.

   No caben especulaciones vanas ante la realidad de la situación  provocada por la invasión de las tropas rusas en Ucrania ,ya que, de no poner pronto remedio para llegar a una pacífica solución, derivaría en lo que podría ser el apocalipsis nuclear de la humanidad, frente al cual, como reflexionaba Jasper, solo cabe la paz mundial.

   “La paz mundial, sólo es posible a través de una nueva política (…) Ciertamente no se trata de concebir fantasías en torno de un utópico mundo de espíritus inmaculados, sino de levantar una construcción según las realidades de la naturaleza humana y su libertad. Y con esta actitud creamos una medida de apreciación de lo que deseamos y de las realidades que ya existen”. (Karl Jaspers. “La bomba atómica y el futuro de la humanidad”).

   “Cuando se rebasa todo lo previsto en el orden político, debe suceder algo imprevisto. La pregunta de ¿qué debemos hacer entonces?, no encuentra ya aquí ninguna contestación que diga como se ha de hacer; no oye más que una llamada angustiada a posibilidades que duermen en todos nosotros. No se puede provocar el cambio por la fuerza. No hay que mostrar nada más que realidades, y dejar que hablen las voces que nos demandan desde hace milenios. Tendría que llegar hasta las escuelas, hasta los niños, todo cuanto los hombres pueden saber sobre las posibilidades del futuro. Si con ello sucede algo en cada individuo, habrá sido inculcado ya el carácter en el niño. Si hoy han sido ya abiertos los fundamentos de nuestra existencia política, si comienzan a desarrollarse las consecuencias de nuestro comportamiento, entonces la respuesta está en cada uno de nosotros, pero no en una opinión, sino en el ejemplo de nuestra vida” (Karl Jaspers. “La bomba atómica y el futuro del hombre”)